
Josep Oliu, presidente de Banco Sabadell, y Carlos Torres, presidente de BBVA
Luz ámbar para una OPA
Un año después de la OPA del BBVA sobre Sabadell, la fusión sigue en el aire entre intereses
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Esta semana se cumple un año desde que el BBVA lanzase una OPA hostil sobre el Banco Sabadell después de varios intentos fallidos de fusión. El interés del banco vasco sobre el catalán hizo subir sus acciones y reactivar el interés de los inversores. Una año en el que han pasado muchas cosas, y que más allá de nuestra cartera de valores, que en la mayoría de los casos se reducirá a la cartera que portamos en el bolsillo, nos afecta como usuarios y clientes de banca.
Y es que al final, esas grandes operaciones en la que los señores de corbata intentan acrecentar sus imperios bancarios acaban por repercutir en el día día de cada uno de nosotros o ¿acaso no se han enterado que los beneficios bancarios de 2024 fueron nuevamente de récord gracias en gran medida a las comisiones que nos cobran? No puedo dejar de imaginarme a los Botín, Torres o Oliu cual Tío Gilito nadando en el interior de su caja fuerte repleta de dinero.
Once meses ha tardado la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) en dar su visto bueno a la operación, aunque con algunos condicionantes centrados fundamentalmente en garantizar el crédito a las pymes y la presencia de oficinas para no perjudicar al consumidor.
Tras esta decisión, la pelota está en manos del Gobierno que si bien no puede imposibilitar la operación, puede poner todas las trabas oportunas para que ésta se vaya al traste. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al timón el Ejecutivo da un volantazo inesperado y ha anunciado una consulta pública que empezó este martes y que estará abierta los próximos quince días hábiles. Algo totalmente inusual, de hecho es la primera vez que se aplica en el caso de una oferta pública de adquisiciones.
Se reduciría la competencia; un caso práctico, el hecho de buscar la mejor oferta para una hipoteca. Cuanto menor es el mercado al que acudir, menos ventajosa serán las opciones para el cliente
Ahora imaginemos una balanza, a un lado del fiel, los inconvenientes de dicha fusión. No es difícil deducir que en un mercado bancario cada vez más reducido nos haga a los usuarios todavía más pequeños frente a los Goliat bancarios. Se reduciría la competencia; un caso práctico, el hecho de buscar la mejor oferta para una hipoteca. Cuanto menor es el mercado al que acudir, menos ventajosa serán las opciones para el cliente. Reducción de servicios, oficinas, cajeros… ya lo hemos sufrido con anterioridad. El peso de las desventajas para todos los usuarios tira con fuerza en el balanceo.
Al otro lado y haciendo de contrapeso, la creación de una entidad mayor, el segundo banco de España tras el Santander, que daría como resultado una entidad más sólida, más competitiva y rentable, atendiendo las peticiones del Banco Central Europeo al llamamiento de robustecerse a las entidades bancarias. Un gigante financiero muy favorable para los accionistas.
Este enero la entidad catalana tomaba una decisión de calado como era devolver el domicilio social del banco a Sabadell (Barcelona) tras siete años desde su salida a Alicante
Sin embargo, a la hora de sopesar toda la operación no podemos dejar pasar que el suelo donde se asienta esa balanza es político también. En Catalunya hay un rechazo social y político mayoritario a la OPA del BBVA. Más allá de los argumentos expuestos, hay un peso identitario de referencia para el empresariado y clientes catalanes. De hecho, este enero la entidad catalana tomaba una decisión de calado como era devolver el domicilio social del banco a Sabadell (Barcelona) tras siete años desde su salida a Alicante al calor del procés independentista de 2017, en mitad de la OPA y con un Gobierno catalán socialista liderado por Salvador Illa abiertamente en contra de la absorción.
Por si fuera poco, la parte de Sumar que se integra en el Gobierno de coalición ha sido tajante. Yolanda Díaz es contundente en su rechazo a la OPA poniendo como argumento la posibilidad de hasta 5.000 despidos por el solapamiento de ambas entidades.
No tengo ni idea de lo que llegará al Consejo de Ministros tras el período de consulta pública, solo puedo recordar este acontecido que un viejo banquero como Mario Draghi tuvo a bien compartir: alguien estaba esperando un trasplante de corazón, los médicos le ofrecen dos alternativas, las entrañas de un joven de 25 años en espléndida condición física o uno de 86 años que había pertenecido a un banquero. El paciente eligió el segundo ante la sorpresa del equipo médico que le preguntaron ¿por qué? El paciente se apresuró a contestar, porque nunca se ha usado.