
El consejero de Salud del Gobierno Vasco, Alberto Martínez, encabeza la X edición del Paseo Saludable por Getxo a 6 de abril de 2025 EFE
Con estos trapos hay que torear
El mantenimiento económico de los servicios públicos en Euskadi pone a prueba el gasto público
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El departamento de Educación ha resuelto el conflicto laboral que mantenía con sus trabajadores. El Gobierno vasco y los sindicatos, excepto ELA, que está a otras cosas, han acordado reducir el ratio de alumnos en las aulas, el horario lectivo del los profesores y un aumento lineal del 7%, entre otras cosas, además de contratar a 800 nuevos docentes.
Es decir, lo hemos arreglado con el dinero de todos ¡Ojo! Esta afirmación no presupone que no tengan derecho, solo señala lo evidente. Al igual que en el conflicto laboral de la Ertzantza, el tema se ha resuelto con cargo a los presupuestos.
Por otro lado, la factura de las jubilaciones vascas, las más cuantiosas de España, no deja de crecer en cantidad de dinero, ni en cantidad de beneficiarios. Han crecido un 4%.
Afortunadamente, aún no tenemos madura la tecnología del hidrógeno, así que, de momento, no formulamos opinión
Al mismo tiempo, el Gobierno vasco, con el lehendakari a la cabeza, exige al Gobierno central un 50% más de potencia energética en Euskadi para salvar la industria. Potencia importada por un paisito que tiene alergia a cualquier instalación de producción de energía. Sea nuclear, hidroeléctrica, térmica, eólica o solar. Afortunadamente, aún no tenemos madura la tecnología del hidrógeno, así que, de momento, no formulamos opinión.
El caso es que, como relataba el anterior responsable de gestionar desde el Gobierno vasco los permisos de instalaciones renovables, con escaso —nulo— éxito, en Castilla-León están encantados de que les hayamos comprado, antes, su producción hidroeléctrica y ahora, toda la renovable. A pagar. También.
Veremos, en otro orden de cosas, que nos depara el proceso de reflexión en torno a Osakidetza, que impulsa el consejero Alberto Martínez, pero no creo equivocarme si en esta reorganización del sistema público de salud nos dejamos otro pico. Y a favor. Lo mismo podríamos decir del TAV y otras infraestructuras de transporte o de la nueva política de vivienda que se sustentan en una mayor aportación de dineros y ayudas. La pregunta es, ¿nos llegará para todo?
No parece muy claro que seamos competitivos en industria y comercio, más bien al contrario
La natalidad está por debajo del ratio de reemplazo necesario, parcialmente cubierto, gracias a Dios y Alá, por las mujeres migrantes que habitan en Euskadi. No parece muy claro que seamos competitivos en industria y comercio, más bien al contrario. Tampoco en innovación y valor añadido. Ni en emprendimiento.
Los oficios manuales, la hostelería y el comercio minorista están a cargo de los nuevos vascos. Los viejos, nuestros hijos, abogan más por ser bomberos, policías, maestros de la pública o enfermeras y médicos en Osakidetza. Funcionarios. O eso parece.
Seguro que la culpa es nuestra, que lo hemos hecho fatal. Y de los políticos. Y de la democracia. Y de Europa. Y de las paguitas. Y de los emigrantes que no comen jamón. Seguro. Pero más seguro es que la solución no está en cargarnos lo construido hasta ahora, sino en perfeccionarlo y —no me cansaré— en arreglar la educación y el ascensor social. El populismo y la extrema derecha racista, nacionalista y aislacionista es la receta para el caos, la guerra y la pobreza.
Generar ciudadanos y no súbditos. Sé que es difícil, y a veces desalentador, sostener la fe en los nuestros. En nuestros políticos, maestros o médicos. Incluso en nuestros jueces. Pero no hay otra. O los nuestros o los otros.
Bildu sigue sin desmarcarse del terrorismo de ETA
Y todo esto a pesar de que, por ejemplo, en Euskadi los dos partidos más votados y los dos principales sindicatos no apoyan la Constitución, aunque operan dentro de ella, y Bildu sigue sin desmarcarse del terrorismo de ETA.
O en España, los principales partidos de la derecha, los dos, no condenan, ni abjuran de —más bien defienden— la dictadura franquista, con un relato histórico más falso, si cabe —y cabe— que el de Bildu con ETA.
Aún así hay que creer. Con estos mimbres, este cesto.