Pepe Mujica e Íñigo Urkullo en Muxica / EFE

Pepe Mujica e Íñigo Urkullo en Muxica / EFE

Sociedad

No lo sabías: esta es la curiosa conexión de Pepe Mujica con Euskadi

Su visita a Muxika en 2013 y el descubrimiento definitivo en Beasain en 2015 revelan la profunda conexión entre el carismático líder latinoamericano y Euskadi

El apellido vasco más raro del mundo: no tiene traducción al castellano y no lo han escuchado casi nunca

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El expresidente de Uruguay, José Mujica, emprendió en la pasada década un viaje emocional y genealógico para reencontrarse con las tierras vascas de donde partieron sus antepasados en el siglo XIX.

Cuando José Mujica puso pie por primera vez en el País Vasco en 2013, aún era presidente de Uruguay. El motivo de aquel viaje no era protocolario ni institucional, sino profundamente personal: conocer el lugar del que procedían sus antepasados.

De Gipuzkoa a Uruguay

Entonces, creyó que sus raíces estaban en Muxika, la localidad vizcaína que comparte apellido con el suyo, aunque posteriormente se comprobó que no existía un vínculo familiar directo. Aun así, dejó una promesa: volvería cuando dejara la Presidencia. Y cumplió.

En mayo de 2015, con motivo de unas vacaciones, regresó a Euskadi. Esta vez, el viaje le llevó hasta Beasain, en Gipuzkoa, donde encontró el verdadero origen de su linaje: un caserío centenario en el barrio de Astigarreta. “Parece que uno de mis bisabuelos salió de Astigarreta, de un caserío que ahora tiene 500 años”, comentó entonces con emoción, según recoge EFE.

Según el informe y tal y como recoge la agencia citada, aquel hombre fue Francisco Mujica Yeregui, nacido en Tolosa y descendiente de una familia arraigada en la zona desde el siglo XVI.

Íñigo URkullu y Pepe Mujica en Muxica / EFE

Íñigo URkullu y Pepe Mujica en Muxica / EFE

El 19 de mayo de 2015, Mujica fue recibido oficialmente por el alcalde de San Sebastián, Juan Karlos Izagirre (Bildu), en un acto en el que se le entregó el documento que acreditaba el embarque de su bisabuelo en el puerto donostiarra en 1842. Aquella travesía, a bordo de la fragata Chateaubriand, lo llevó junto a su esposa, Catalina Chipiriani Esnaola, y sus dos pequeños hijos a Montevideo, ciudad en la que ya residía un tío suyo, Juan Fermín Yeregui Izaguirre, propietario de una botica y casado con una porteña.

Sangre vasca y amante del txacolí

El propio Mujica reconocía que su personalidad contenía elementos “testarudos” que atribuía al carácter vasco. También encontraba similitudes físicas entre los vascos y muchos uruguayos, reflejo del mestizaje cultural forjado por las olas migratorias del pasado.

En Muxika, pese a no tener raíces directas, su retorno fue igualmente celebrado. Aitor Goldaraz, alcalde en aquel entonces, y José Domingo Espinosa, vecino del pueblo con quien compartió un txakoli, recuerdan con cariño la humildad del exmandatario. “Ya podían ser todos los presidentes así”, expresó Espinosa. Mujica, para ellos, era simplemente "uno de casa".

Pepe Mujica en su visita a Euskadi / EFE

Pepe Mujica en su visita a Euskadi / EFE

Este reencuentro con sus orígenes fue mucho más que un viaje familiar. Fue un acto de memoria y gratitud, de reconocimiento a la tierra que, siglos atrás, sembró las primeras semillas de un linaje que terminaría marcando la historia del Uruguay.