Aquello de que cuanto peor, mejor ya no nos sirve si queremos aplicar la expresión a los momentos que estamos viviendo en la política en las últimas semanas. Es difícil seguir los acontecimientos escandalosos que se precipitan sin que podamos asimilarlos y eso que, desgraciadamente, hemos demostrado que tenemos callo, y si me lo permiten, también tragaderas.

Vivimos un momento político en el que un escándalo tapa el anterior, mientras ya se anuncia el que tapará al actual, para ser opacado más antes que después. Y así uno detrás de otro, mientras la ciudadanía asiste atónita a un espectáculo dantesco que nos tiene a todos hartos y asqueados.

Vaya por delante que no debemos confundir la política con los políticos y que no todos los políticos son iguales, pero desde luego, no nos lo ponen fácil para que dejemos a un lado la generalización o les cortemos un traje, que no les queda especialmente bien.

No todos los políticos son iguales, pero desde luego, no nos lo ponen fácil para que dejemos a un lado la generalización

Mientras la desafección política campa a sus anchas y la ultraderecha se beneficia de este cuanto peor, peor, las crisis se suceden una detrás de otra, sin que la respuesta a las mismas llegue con la contundencia que la situación requiere. 

Los escándalos alimentan tertulias y llenan páginas mientras esperamos que la política y los políticos cumplan con aquello que les compete y para lo que les pagamos, que no es otra cosa que resolver nuestros problemas.

Los acontecimientos que hemos vivido en los últimos días que afectan al corazón del PSOE, y que vienen a sumarse a otros que se van acumulando en el tiempo, son tan increíbles que igual si nos pinchan, no sangramos. Aquí la corrupción se tapa con más corrupción, y cada vez se apunta más alto. Es simplemente asqueroso, por muy presunto que sea.

Aquí la corrupción se tapa con más corrupción, y cada vez se apunta más alto

Y en esta crisis cuyo alcance aún no atisbamos, como en todas, no solo computa destapar estos indecentes comportamientos, computa y mucho, qué respuesta se les da por parte de aquellos que son responsables últimos

Llevamos días escuchando el mantra de la contundencia con la que se ha actuado por parte del partido socialista tras conocer el informe de la UCO. ¿Contundencia? Contundente es el informe, la respuesta desde luego no lo es.

Que el presidente aparezca primero compungido para 48 horas más tarde salir esgrimiendo el “y tú más”, se puede tildar de muchas formas, pero contundente no es, ni de lejos, la palabra adecuada.

El informe de la UCO que supera las 400 páginas, deja claro cómo se comportaban las dos personas en las que Sánchez ha confiado por encima de muchos otros. Es sencillamente vomitivo desde el principio hasta el final, y requiere depurar responsabilidades.

Contundente es el informe, la respuesta desde luego no lo es

Nadie nos puede garantizar que esto acaba aquí, por eso se entienden a la perfección las reticencias que los grupos que apoyaron la investidura de Sánchez manifiestan de forma más o menos abierta.

La cosa desde luego pinta fatal. A veces uno tiene la sensación de que no sabe a dónde mirar. Es triste, pero sobre todo es repugnante.

El PSOE malherido, el PP sin margen de maniobra mientras dependa de VOX y el resto, intentando seguir haciendo cosas sin que la mierda les salpique.

En fin, solo cabe pensar que vendrán tiempos mejores, porque la política es necesaria, muchos políticos son intachables y nos hacen falta, pero hay que darle una vuelta a un sistema que está caduco y arrastra porquería de la que ya es imposible despegarse.

Seguramente habrá que destruir para poder construir. Los problemas de la ciudadanía, nuestros problemas: vivienda, sanidad, educación, seguridad, economía… siguen ahí, a la espera de que la política les dé una respuesta adecuada. 

De momento, desafección y hastío. Y no olvidemos nunca que a río revuelto, ganancia de pescadores.